La triste historia del inventor de los alambritos forrados en plástico
Hoy se conmemora la lamentable y a la vez sorprendente muerte de uno de los inventores más importantes del siglo XXI, el belga Paul Van Voorhoof, quien es recordado por su célebre creación el "alambrito plastificado" o también conocido como plastinudo.
Según la NATO estos alambritos resultaron ser la gran revolución industrial de fines del siglo pasado y comienzos del presente, abarcando tantos sectores del quehacer humano como es imaginable.
Se pueden encontrar en cables, bolsas de pan, artefactos electrónicos, diccionarios, frutas y verduras, papelógrafos y en un sinfín de otras áreas donde se necesite un nudo rápido, sencillo, pero eficaz.
El creador de esta maravilla es el ya desparecido Paul Van Voorhoof, quien concibió su invento luego de estar años sin saber qué hacer con la alicaída fábrica de plásticos que le dejara su padre y un montón de alambres que una industria botaba al lado de su casa en un riachuelo, al sur de Bélgica, justo en la frontera con Luxemburgo.
Los años de gloria y fama llegaron tan rápido como patentó su invento, pero el joven Paul Van no pudo sobrellevar la nueva vida que le daba el enorme caudal de dinero que llegaba a las arcas familiares.
Fue entonces que comenzó su loca carrera de desenfreno y despilfarro, que lo llevaron a tocar fondo cuando sintió que ya todo el dinero conseguido gracias a su creación no tenía sentido.
Paul entró en una profunda depresión, la cual incluso trastocó su brillante mente, al punto de obsesionarse con la idea crear él mismo un alambre capaz de ahorcarlo y darle muerte. Nadie jamás creyó en esta otra de sus locas ideas que tanto en su entorno familiar como en su trabajo estaban ya acostumbrados.
El día 29 de Julio del 2007, un empleado de la fábrica de plastinudos halló muerto al genio Voorhoof. Se encontraba al lado del riachuelo que le diera fortuna, colgado de un árbol y sostenido por un firme, pero sencillo y fácil de manejar alambrito forrado en plástico.
La conmoción fue tal que el gobierno belga decretó a penas se supo la noticia, 88 horas de duelo nacional. El funeral, como era de suponer, fue multitudinario.
Centenares de personas en las principales avenidas de la capital belga lanzando alambritos por donde pasara la caravana que llevaba el ataúd con los restos del malobrado inventor.
Hoy en día en Bélgica muchas vías llevan su nombre, ya que un decreto de ley determinó que todas las calles en las que se pudiera doblar en U se nombrasen en honor al creador del plastinudo.
Hoy se conmemora la lamentable y a la vez sorprendente muerte de uno de los inventores más importantes del siglo XXI, el belga Paul Van Voorhoof, quien es recordado por su célebre creación el "alambrito plastificado" o también conocido como plastinudo.
Según la NATO estos alambritos resultaron ser la gran revolución industrial de fines del siglo pasado y comienzos del presente, abarcando tantos sectores del quehacer humano como es imaginable.
Se pueden encontrar en cables, bolsas de pan, artefactos electrónicos, diccionarios, frutas y verduras, papelógrafos y en un sinfín de otras áreas donde se necesite un nudo rápido, sencillo, pero eficaz.
El creador de esta maravilla es el ya desparecido Paul Van Voorhoof, quien concibió su invento luego de estar años sin saber qué hacer con la alicaída fábrica de plásticos que le dejara su padre y un montón de alambres que una industria botaba al lado de su casa en un riachuelo, al sur de Bélgica, justo en la frontera con Luxemburgo.
Los años de gloria y fama llegaron tan rápido como patentó su invento, pero el joven Paul Van no pudo sobrellevar la nueva vida que le daba el enorme caudal de dinero que llegaba a las arcas familiares.
Fue entonces que comenzó su loca carrera de desenfreno y despilfarro, que lo llevaron a tocar fondo cuando sintió que ya todo el dinero conseguido gracias a su creación no tenía sentido.
Paul entró en una profunda depresión, la cual incluso trastocó su brillante mente, al punto de obsesionarse con la idea crear él mismo un alambre capaz de ahorcarlo y darle muerte. Nadie jamás creyó en esta otra de sus locas ideas que tanto en su entorno familiar como en su trabajo estaban ya acostumbrados.
El día 29 de Julio del 2007, un empleado de la fábrica de plastinudos halló muerto al genio Voorhoof. Se encontraba al lado del riachuelo que le diera fortuna, colgado de un árbol y sostenido por un firme, pero sencillo y fácil de manejar alambrito forrado en plástico.
La conmoción fue tal que el gobierno belga decretó a penas se supo la noticia, 88 horas de duelo nacional. El funeral, como era de suponer, fue multitudinario.
Centenares de personas en las principales avenidas de la capital belga lanzando alambritos por donde pasara la caravana que llevaba el ataúd con los restos del malobrado inventor.
Hoy en día en Bélgica muchas vías llevan su nombre, ya que un decreto de ley determinó que todas las calles en las que se pudiera doblar en U se nombrasen en honor al creador del plastinudo.